jueves, enero 12, 2006

Comentario: Club de las 7 (12/01/2006)

El alojamiento no es la solución a problemas de exclusión social. Y menos en sí mismo, sin otras medidas de acompañamiento.

La sociedad pública VINSA tiene unas viviendas sociales de alquiler en Berriozar, en la calle Oianondoa, números 6 y 10, en un edificio de seis alturas y garaje. Están ocupadas por familias con rentas muy bajas (96), de las que una cuarta parte presentan situaciones de desarraigo social. Los contratos por cinco años se han ido revisando anualmente sin que las graves denuncias efectuadas sobre determinadas familias e individuos hayan derivado en la cancelación de los mismos.

Las quejas y denuncias han sido una constante en este tiempo: agresiones, amenazas, desperfectos en mobiliario, problemas de salubridad, peleas, robos, trapicheo de drogas. Desde las molestias severas hasta los delitos coexisten en esta concentración que ha fracasado como modelo de convivencia.

La Defensora del Pueblo informó al departamento foral de Vivienda en 2003 que “VINSA debe actuar con diligencia y eficacia para evitar que se produzcan problemas de convivencia entre los vecinos afectados, haciéndose las comprobaciones necesarias y adoptando las decisiones que considere más oportunas a tal fin”. Como los informes de la Defensora carecen de carácter vinculante, el pueblo quejoso y defendido se ha quedado con un palmo de narices. Las intervenciones policiales son pan para hoy y hambre de venganza para mañana. Algunas familias han optado por marcharse.

El problema, reconocen algunas fuentes, no proviene de la multiculturalidad del vecindario sino del profundo desarraigo de algunos habitantes.

Las quejas han sido reiteradas ante quien corresponde, ante el propietario. Si VINSA se desentiende del problema, el consejero Burguete tendrá que tomar cartas en el asunto. Si VINSA le sirve a veces para presumir, ya sabe que para presumir hay que sufrir. Ha de estar a las duras y a las maduras. Lo demás es un brindis al sol, él que es tan taurino.

Autor:
Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra).

Comentario: Club de las 7 (11/01/2006)

El Presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz, volvió de sus vacaciones de Navidad y declaró, a propósito del discurso del teniente general Mena en la Pascua Militar, que las manifestaciones de carácter político no entran en el ámbito de competencia de los militares. Sin embargo, sugirió la conveniencia de reflexionar sobre por qué se han producido cuando durante muchos años no se han producido.

El Presidente Sanz habló a preguntas de los periodistas. Habría que preguntarle por qué calló de oficio ante el discurso del comandante militar de Navarra, el general Sierra, con motivo de la patrona de la Infantería, en el acuartelamiento de Aizoain y en presencia de autoridades y cargos públicos civiles, entre ellos dos consejeros de su Gabinete. El máximo mando militar en Navarra fue cauto y su crítica tuvo un carácter más intelectual que de advertencia castrense, pero reflejaba el mismo malestar derivado de maniobras políticas peligrosas, a juicio de algunas corrientes de opinión, para la unidad de España. El general Sierra pidió a la Inmaculada "protección" para España "tan maltratada por no pocos zafios ignorantes o doctos indocumentados, cuando no tergiversadores de la historia", que transmiten "enconamiento y rencores". "Legión de fracasados y resentidos, continuó, que pueden hacer peligrar la esencia de nuestro pasado y nuestro presente y futuro común". En definitiva, un alto militar como vigilante intelectual del actual modelo constitucional. Al menos se limitó a invocar la protección espiritual de la Virgen en lugar de ofrecer la protección armada del Ejército. Sierra rogó al cielo mientras Mena se preparaba ya para dar con el mazo.

Sanz calló en diciembre y ahora, en enero, tendría que explicar si esa reflexión que recomienda nace del reconocimiento de que una aspiración política y pacífica surgida de una mayoría clara del Parlamento catalán puede dar motivo para el ruido de sables, aunque sea sordo y minoritario.

Le faltó firmeza en sus convicciones democráticas para rechazar de lleno una tutela armada.

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La Ley sobre el Tabaco protagoniza la vida social del año recién inaugurado. Las consultas hacen sonar los teléfonos del Instituto de Salud Pública de Navarra. Se suceden también las reuniones informativas con sectores profesionales afectados.

Llama la atención la dejación inspectora que el Instituto proclama para el mes de enero: no habrá inspecciones durante el primer mes del año. Una cosa es hacerlo así para una acomodación espontánea, bienintencionada y progresiva al conocimiento y aplicación de la norma; otra, inspeccionar, informar sobre el terreno y no sancionar. Requisito en ambos casos: la discreción en el uso de este criterio. Pero proclamar a los cuatro vientos la falta de control e inspección durante todo un mes favorece el "tócame Roque" que impera ahora mismo en la hostelería, a modo de moratoria práctica en la entrada en vigor de la Ley.

Habría que hacer muy al contrario, como en campañas intensivas de control de velocidad, etilometría o móviles en el caso del tráfico: avisar de que se van a esmerar las inspecciones sancionadoras.

Autor:
Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra).