jueves, enero 19, 2006

Comentario: Club de las 7 (18/01/2006)

Apenas han pasado unos días. A la semana siguiente de que el Ministerio de Fomento comunicara al Ayuntamiento de Pamplona que deja nuestras murallas con la cara a medio lavar,- que no tiene previsto financiar la segunda fase -, la empresa redactora de un estudio para la promoción turística de Pamplona las cita entre los recursos a dinamizar dentro del área de equipamientos e infraestructuras, con la Ciudadela, el río Arga o la Plaza de Toros.

Nuestras murallas en general y la Ciudadela en particular son como para presumir dentro de las ciudades amuralladas españolas, aunque la limpieza haya dejado algunos tramos esquilmados de huella histórica.

El plan de desarrollo turístico de Pamplona contempla una previsión de aumento del número de turistas cifrada en el 30% en tres años, a 10% por año. De momento, los visitantes anuales rondan el millón de personas, concentradas sobre todo en julio y agosto, de las que una tercera parte pernocta en la ciudad. La pernoctación media no llega a dos noches por persona.

Pamplona, ya se sabía, es ciudad de paso para los turistas que se sienten atraídos por el renombre internacional del encierro y los Sanfermines, por sus zonas verdes dentro de un urbanismo equilibrado y por su gastronomía. Los turistas, tentados por el ferial "pasen y vean", pasan y ven pero apenas se quedan. Están en San Sebastián o Bilbao y se acercan, o van de camino a otro destino turístico y nos dedican una parte de su tiempo libre.

Si entran en coche a la ciudad, la señalización viaria consume su paciencia; si aterrizan en Noain, echan de menos un servicio público de autobús; si vienen en tren, el servicio de taxi les parece escaso; si les traen en autobús, faltan aparcamientos donde descargar y esperar a los usuarios.

Ya de paseo por la ciudad, la señalización turística es casi inexistente. Con frecuencia, están en el famosísimo recorrido del encierro sin siquiera saberlo.

El diagnóstico de factores negativos tiene uno bien conocido: los altos precios. Pamplona es disuasoria de puro cara. Para vivir (¡qué nos van a contar a los de casa!), para visitarla y para organizar congresos.
En ese apartado de lo negativo, los responsables del Plan señalan también dos ofertas escasas en su opinión: hotelera de alta calidad y la oferta de ocio.

La alcaldesa Barcina aportó su deseo de elevar la calidad del turista que viene a las Fiestas de San Fermín (el que viene un par de días, alquila balcón en encierro, se deja castigar la cartera en restaurante de lujo y compra en la reventa para los toros), con olvido manifiesto de que los Sanfermines no están pensados para mirar sino para participar. Salvo que quiera cambiar su carácter, cosa que tampoco le importaría.

Autor:
Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra).