domingo, agosto 21, 2005

Charlie y la fábrica de chocolate


Es un tópico pero es cierto. A todos nos gusta que nos cuenten un cuento. Y a eso fui anoche al cine, a que el mago Tim Burton me entretuviera con su magia, su personal mundo visual, a que Danny Elfman lo subrayara con su muy reconocible firma sonora... Pero sobre todo a sentirme un niño durante las casi dos horas que dura la versión cinematográfica de "Charlie y la fábrica de chocolate" de Burton, adaptación del cuento de Roald Dahl.

Me cuentan, yo no he leído el libro, que Burton respeta por completo el discurso literario. Así que por esa parte poco puedo decir. Lo que sí puedo contar es que mi sensación es un tanto agridulce tras ver la película. Si bien todo el mundo fantástico e imaginario de Burton brilla como casi siempre, la película se pone un tanto pesada donde se supone que está la magia de todo, en la fábrica de chocolate. Hasta el momento mismo en que los cinco niños ganadores del premio - una visita a la fábrica de Willy Wonka - llegan a la puerta del "templo chocolatero" la historia es infantilmente deliciosa. Tópica en contenido moral pero divertida por su crítica social llevada al extremo de la exageración en los estereotipos de cada uno de los niños y sus respectivas familias. Sin embargo el premio que compartimos como espectadores termina por ser bastante aburrido. La visita a la fábrica se prolonga en exceso, en parte por los excesivos números musicales (uno por cada uno de los niños "castigados" por su mal comportamiento, muestrario de fallas educativas de nuestra sociedad) por parte de los Oompa Lumpa, un único actor multiplicado gracias a la tecnología, a los que terminas por querer exterminar (disculpen el fílmico tono genocida). En el personaje de Willy Wonka (Johnny Depp) se echa en falta una mayor profundidad; queda la sensación de un excéntrico que nunca termina de hacer gracia. Sus gestos acompañando los números musicales parecen encajados con tanto alfiler como los propios números musicales en sí.

A pesar de todo, dejarse llevar por el mundo de magia de Burton vale ya parte de la entrada.