sábado, octubre 08, 2005

Supercopa ACB: R.Madrid 69 - TAU 74

Buenas vibraciones tras la primera semifinal del "Showtime ACB" (Supercopa), que se ha saldado con victoria del equipo de Pedro Martínez, el nuevo entrenador de TAU Vitoria. Un partido muy igualado, de mínimas ventajas, que a punto estuvo de romper el equipo baskonista en un buen tercer cuarto. Sin embargo todo se ha decidido en el último.

Un partido jugado a buen nivel, a pesar de estar todavía en pretemporada, donde hemos podido comprobar las bondades de los nuevos fichajes de ambos conjuntos. Y contento estará el TAU con las prestaciones de Erdogan, el turco, que ha anotado 17 puntos y ha terminado con la máxima valoración del TAU, 21, al igual que el máximo anotador del partido, el también baskonista Luis Scola con 20 puntos y 7 rebotes. Quien ha empezado muy bien ha sido Kornel David que ha anotado los primeros puntos vitorianos en el partido y ha terminado con 13 puntos y 4 rebotes. Buenos detalles de Roko Ukic (suplente, hoy por hoy, de Prigioni) que ha anotado 7 puntos con sólo un fallo en el tiro aunque ninguna asistencia, cosa que Prigioni ha compensado con 7 en una buena dirección de partido. Del gigante Drobnjak poco se puede decir con sólo 47 segundos en cancha que, sin embargo, ha aprovechado bien para anotar 3 puntos. Tampoco mucho se puede decir de la última incorporación, Casey Jacobsen, que en 10 minutos ha aportado 2 puntos y dos rebotes.

En el Madrid dos jugadores parecen haber empezado en plena forma, Bullock y Gelabale. El ganador del concurso de mates, Gelabale, ha anotado 14 puntos por 13 del base norteamericano. Rakocevic, una de las grandes esperanzas madridistas para el tiro exterior, se ha quedado en 8 puntos con una serie de 0 de 2 en tiros de tres y 6 puntos de tiros libres. El recuperado Hernández-Sonseca ha terminado con una valoración de 13 tras aportar 5 puntos y 9 rebotes. Todavía con mucho por madurar el croata Marko Tomas (6 puntos con 0 de 4 en tiros dos) y con aparente gran proyección de futuro los 2 metros y 20 centímetros de Sinanovic con buena mano exterior y capacidad de intimidación defensiva.

Mañana a las 19 horas (La2) el TAU jugará la final contra el ganador del Granada - Unicaja de Málaga (21 horas - Teledeporte).

Realistas (Javier Ortiz)

Del Blog de Javier Ortiz hoy sábado:
Hasta la fecha, apenas hemos sido un puñado los que nos hemos declarado consternados por la implícita anuencia que ha mostrado la ciudadanía española ante la decisión del Gobierno de Zapatero de desproveer a los inmigrantes llegados a Ceuta y Melilla de cualquier garantía jurídica y expulsarlos a Marruecos para que las autoridades de Rabat hagan con ellos lo que les plazca. (Y ya vamos enterándonos de qué les ha placido.)

Estamos consternados; no sorprendidos. Para mi, al menos, no ha supuesto ningún descubrimiento constatar que la presunta solidaridad de la ciudadanía española hacia las desgracias ajenas es un mito. Si se dijera que aquí la caridad funciona bastante bien, lo aceptaría. Es cierto que se lleva dar de vez en cuando alguna limosna para los pobres, como antes se hacía el Día del Domund. Pero siempre que se trate de pobres que no alteren la tranquilidad de nuestro cómodo tipo de vida europeo (*). En cuanto se sospecha que se trata de pobres que pueden estorbarnos y traernos problemas, lo que predomina es el rechazo. Y el alivio, si es el Gobierno el que se encarga de materializar ese rechazo.

Cuando expongo mis puntos de vista en relación a la emigración, me topo una y otra vez con la descalificación de los presuntos realistas: «El discurso humanitario queda muy bonito y es muy “políticamente correcto”, pero, seamos realistas. Europa no puede dejar de proteger sus fronteras. El hambre que padecen millones de africanos supone un poderosísimo “efecto llamada” cuyas consecuencias estamos obligados a atajar».

Planteado así, hasta parece razonable. Pero la realidad no es ésa. El hambre no constituye —no podría hacerlo— ningún «efecto llamada». La «llamada», por definición, no puede originarse allí; tiene que proceder de aquí. Y lo que genera esa «llamada» no es que nosotros vivamos muy bien, en términos comparativos, sino que en la Europa desarrollada existe una demanda importante de mano de obra barata, eventualmente ilegal, favorecida por la desregulación de los mercados laborales y por la falta de control de las realidades y las condiciones de trabajo.

Los inmigrantes vienen por eso. Se trata, en suma y una vez más, de un asunto de pura oferta y demanda. Ellos vienen a ofrecer su capacidad de trabajar por muy poco porque aquí hay muchos empleadores dispuestos a ofrecerles trabajo por muy poco. Es así de sencillo. Y así de crudo.

Los estados europeos llevan muchos años aceptando que sus fronteras no estén bien protegidas. No sólo porque saben que es imposible protegerlas del todo, sino también porque —aunque no lo reconozcan abiertamente, por razones obvias— son conscientes de que al sistema económico imperante le viene bien que una parte de la población laboral no esté sujeta a la ley. Es un modo eficaz de rebajar las pretensiones de los trabajadores autóctonos y de aumentar la competitividad de la producción. El problema de los estados es cómo regular el nivel de permeabilidad de las fronteras para que no se produzca un flujo excesivo que cree distorsiones peligrosas, sean económicas, sean políticas, sean de ambos géneros a la vez.

No es fácil. Y lo es menos cuando el territorio en el que se trata de establecer esa difícil regulación se sitúa en un lugar y en unas condiciones tan exóticas como las de Melilla y Ceuta.

Nos piden que seamos realistas. Séanlo ellos: aquí tienen, meramente esbozados, un puñado de datos muy reales que su discurso obvia. Que los vayan encajando.

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(*) El apego de los españoles a la labor de las ONG, del que tantas veces se habla, es filfa. Una reciente encuesta ha demostrado que la gran mayoría de los españoles no sabe ni qué son las ONG ni cómo funcionan. Muchos de los encuestados se mostraron incapaces incluso de recordar el nombre de alguna de ellas.