El presidente Sanz tendría que haber convocado a su gabinete de crisis. El Parlamento de Navarra, también. La Federación Navarra de Municipios y Concejos, también. Los partidos políticos con responsabilidades forales y municipales de gobierno, también. Sin embargo, el silencio de todos ha sido estrepitoso. El 83% de la población navarra cree que hay corrupción en las instituciones públicas. En distinto grado: un 42% piensa que hay poca, un 31% considera que hay bastante, un 10% estima que existe mucha. Sólo un 17% de los navarros parecen no haberse caído del guindo y creen que no existe nada. Habría que calcular si ese porcentaje se corresponde con el de cargos electos con asiento en las instituciones o con ciudadanos sin acceso a prensa, radio y televisión. Los datos son escalofriantes porque, además, casi la mitad de la población cree que el Gobierno de Navarra y los Ayuntamientos no utilizan adecuadamente el dinero de los contribuyentes. Al respecto, el 90% de los navarros considera que la Cámara de Comptos debe incidir más en el análisis de la gestión de los fondos públicos. Los más críticos con la gestión del Gobierno son de la Comarca de Pamplona y de la Montaña; los más críticos con los Ayuntamientos se localizan en la Ribera. Es lo más llamativo de un estudio encargado por la Cámara de Comptos, nuestro Tribunal de Cuentas, institución dependiente del Parlamento, con motivo de su 25 aniversario. ¡Maldita la gracia que le hizo a PP-Sanz que la Cámara incluyera esa encuesta en el estudio! La voz sanzbreo está ya admitida como expresión superlativa de cabreo, de enfado. Un escándalo. Esa convicción moral extendida en la sociedad de corrupción en las Instituciones ha sido cargada de razones en los últimos 25 años. Navarra se ha proclamado campeona de corrupción en el conjunto del Estado. Con holgura. Corrupción propiamente dicha, corruptelas, irregularidades y anomalías conscientes, favoritismos, amiguismos han sido el caldo de cultivo de ese estado de la opinión pública. Muchos políticos con cargos institucionales tendrán motivos para sentirse dolidos en su honestidad, pero casi todos han incurrido en pecado de omisión a la hora de vigilar comportamientos y de denunciar sospechas e indicios de prácticas deshonestas. Ni controles internos en los partidos, ni control de la oposición al poder, opacidad para limitar las fiscalizaciones de Comptos, connivencia para taparse unos a otros. Sólo un 17% de la población navarra estima inexistente la corrupción. Habría que encerrarlos una temporada en la galería de retratos de los corruptos convictos, que tiene una prometedora antesala. O regalarles un video del juicio Urralburu-Aragón o informes de los casos Otano y Delegación o pasearlos por Egüés. Para que se enteren.
Autor: Carlos Pérez Conde (Publicado en "Diario de Noticias" de Navarra el domingo 2 de Octubre de 2005).
