miércoles, enero 04, 2006

Comentario: Club de las 7 (4/01/2006)

Vicente Ripa lo tiene complicado como Delegado del Gobierno en Navarra. Sus adversarios políticos están a la que salta y ya sabemos que el mejor escribano echa un borrón.

Ripa ni pensó en desempeñar el cargo público que ahora ostenta. Estaba tan feliz en su papel de compañero entrañable dentro del grupo socialista en el Congreso de los Diputados: el de la guitarra, los productos de la gastronomía foral y el buen humor. Una vez asimilado el desafío, Ripa decidió sacar réditos el envite: por la vía del populismo, por la vía de la eficacia y por la vía de un sabio reparto de protagonismos.

Ripa ha tenido gestos populistas como la retirada de la presencia policial externa en torno a la sede de la Delegación, la rotulación y un mínimo servicio en euskera, la instalación de un belén público en el zaguán del edificio de la Plaza de Merindades o la actuación de su coro en la cárcel de Pamplona.

Ripa ha resuelto con eficacia el proceso de legalización de inmigrantes, ha modernizado otros servicios de la Delegación y ha sabido regular sus comparecencias públicas,- otrora desmedidas-, con la actuación de responsables de departamentos y servicios integrados en las competencias de la Administración del Estado en Navarra. Está en su papel de vender bien el compromiso del Gobierno socialista de Zapatero en una Comunidad gobernada por la derecha, por los socios del Partido Popular. Tanto esmero ha levantado incluso suspicacias en los órganos del PSN. Ripa no se ha postulado para candidato a la presidencia del Gobierno de Navarra, pero ahí está, disponible y, si se tercia, seguramente dispuesto.

Lo mismo que se le fue la mano en la colocación de la placa bilingüe de la puerta principal de la Delegación,- casi machaca uno de los tornillos-, a veces se le ha ido la lengua. Hasta ahora, que recuerde, en asuntos casi anecdóticos. Pero en el caso del lanzamiento de artefactos incendiarios contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Sangüesa, Ripa tendría que haber medido mejor sus palabras. Ni aquella magnificación de los hechos de los últimos delegados (de la algarada al terrorismo de ETA mediaba casi nada) ni la superficialidad de la gamberrada nocturna excitada por el alcohol, las drogas y el ambiente de fiesta demencial.

El lanzamiento de artefactos incendiarios, con el precedente de un reciente ataque anterior y de la quema de contenedores y un coche en el último medio año, es inquietante. Los gamberros, sólo molestan. Los autores del lanzamiento, preocupan con motivo en una ciudad marcada por uno de los últimos zarpazos sangrientos de ETA.

Vicente Ripa tiene tal obstinación en conciliar y en suavizar la insoportable crispación política que busca palabras a la prudencia. En el caso de la agresión a la hija de la alcaldesa de Tafalla, acertó. En el caso de Sangüesa, está por ver, pero tildarlo de presunta gamberrada no fue la mejor inspiración.

Autor:
Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra).