domingo, noviembre 06, 2005

"Match Point". Una experiencia cinematográfica

Nada. Me lo había prometido a mi mismo pero soy poco cumplidor. Me había prometido no volver al cine en fin de semana a las sesiones de "prime time", pero el reclamo de Woody Allen y Scarlett Johansson era demasiado tentador como para posponer mi cita con ambos a las sesiones marginales de tarde entre semana. Y mira que salí escaldado el viernes pasado tras ver "Broken Flowers" de Jim Jarmusch. Ya entonces sumé a mi compartido anecdotario de comportamientos humanos en el cine unas cuantas situaciones. Como esa señora delante mía que se levantó en dos ocasiones para atender el teléfono (vibrador mediante) para terminar bailando la música de los título de crédito. O esa joven secretaria de Javier Pomés (UPN - PP) que salió a atender una, a buen seguro, importantísima llamada. Claro que también de las sesiones marginales hay alguna situación memorable. Pero como somos cuatro en la sala tienden a ser más entrañables. Como aquel tipo que en "Querida Wendy" se dedicó a gruñir durante toda la película. O esa tipa que entró en la sala durante "Batalla en el cielo" a sacar unas fotografías, quizá para captar nuestra fascinación ante el sexo total del director mexicano. O ese polaco (¿?) que atendió en voz alta su llamada durante "Zatoichi". Cuanto más se le reclamaba el silencio más alto hablaba el tipo.

En fin, que entrar anoche en una sala abarrotada por cientos de personas ya me supuso un impacto, acostumbrado a las minorías fílmicas. ¡Cuánto ruido somos capaces de hacer cienes de humanos encerrados en unos pocos metros cuadrados! Pero lo que realmente me impactó fue el momento en que las luces se apagaron y, por arte de una obsesión voraz, los cientos de bolsas de chucherías sonaron al unísono para acompasar la ópera de los títulos de "Match Point". ¡Cuánto apetito abre el cine! ¡Viva el cine de consumo! ¿Culpables? La empresa propietaria del cine, para empezar. Los voraces y maleducados, para seguir. Además, el mágico momento sonoro de las bolsas se vio adornado por el destello, también masivo, de luces de todo tipo, blanquecinas y fluorescentes en la mayoría de los casos, procedentes de los teléfonos móviles. ¿Gesto de" off"? Ni de coña. Gesto de "on" silenciado. El problema es que la mayoría no se acuerda que los "pi pi" de "tiene un nuevo mensaje" tienen su silenciador aparte. Y como broche de oro la nueva forma de proyectar cine actual. El "Cine Sambito". Meneo "arriba p´abajo" de la imagen para darle mayor dinamismo a la película.

¿La película? Cojonuda.

3 Comments:

At lunes, noviembre 07, 2005 11:52:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Pues qué quiere que le diga, ¡jódase usted!.

Si ha tenido que sufrir las consecuencias de una masa lerda y aletargada que se atiborra de profilácticos edulcorizados jódase usted.

Lo tiene merecido por haber acudido a una película del gran Alan Stewart sin su sempiterno compañero y amante del citado gafoso Profesor Cornelyus.

Puesto que es de suponer, que la compañía de la que disfrutó tenía más curvas que la del Profesor Cornelyus, amén de un acento nada soso y alejado del de Goizueta, voy a calificar por su justo nombre su lasciva conducta con este epíteto: Traición; Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener;Delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria;
loc. adv. Alevosamente, faltando a la lealtad o confianza (sic).

En fin, ussía solivianta a la patria y el mendas sustituye de su móvil al Jinete Pálido por una mujer ¿Qué nos está pasando?. Marx estaba equivocado, la alienación del hombre se produjo el mismo día en que la testosterona fue inventada y unas cavernosas hendiduras ensanchecieron el horizonte hasta entonces oscuro y melodramático.

Pues eso, jódase usted.

Cornelyus dixit.

PD: encima, para colmo, me consta que no metió mano, con lo que jódase doblemente.

 
At lunes, noviembre 07, 2005 12:08:00 p. m., Blogger Apatico 2005 said...

Estimado Cornelyus,

asumiendo las culpas que me competen, habrá de saber, para su satisfacción, que no sólo no metí mano en tan oscura (aunque fugazmente iluminada)sala, si no que siete rabos se situaron a mi derecha durante la proyección. ¿Y a mi izquierda? (se preguntará usted). A mi izquierda la nada, el vacío, el pasillo, aire que se mete pero al que no metes mano.

Y se preguntará usted... ¿rabo a mi derecha? Sí, aunque no de toro. Sin acento de Goizueta aunque pudiera. Vasco-navarro, que no del valle del Roncal. Aunque por sus tradicionales quejíos bien pudiera ser de la tierra del soso, soso, soso. En paro y amante de pelucas y demás adimentos de la selva... ¿más pistas?

Dicho lo cual, tómese esta alta traición como venganza por ese cambio de bello (Clint) a bestia (eso espero) en su móvil.

Por lo demás... nada de esto fue un error... uooo uooo

Amén

 
At lunes, noviembre 07, 2005 7:37:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Dadas las circunstancias le otorgo mi bula papal, sobre todo porque, según deduzco de la descripción que usía realizara de su acompañante, ha acudido al cine con el mismísimo Woody Allen de Sancaho Ramírez.

Saludos de Cornelyus.

 

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