viernes, noviembre 04, 2005

Comentario: Club de las 7 (4/11/2005)

Los seres humanos somos más longevos. Mujeres y hombres vivimos más años. La expectativa de vida ha aumentado. Otra cosa es el tipo de vida y las condiciones de vida. Los viejos se han convertido en un mercado, en un negocio. Las familias son menos numerosas, las parejas trabajan y los mayores asistidos han de recurrir o han de ser confiados a otros amparos. Las residencias geriátricas son un fenómeno reciente, contrario a la deseable corriente de la permanencia en el domicilio o, al menos, en el entorno habitual. Las plazas en centros públicos son escasas, las plazas concertadas alivian las exigencias económicas, las plazas privadas, a precio real, son muy caras. Personas de vida trabajadora y austera,- gente ahorradora que había pensado en otros destinos para sus ahorros-, agotan sus ahorros en estas atenciones postreras. El servicio es todavía deficiente por falta de personal cualificado y en número suficiente y por una cocina casi cuartelera.

Un grupo de promotores proyecta una Ciudad de los Mayores en Elorz, cerca de la capital navarra. La ciudad de los mayores no puede ser otra que la ciudad de todas las edades. Sin mayores, no hay ciudad. Las atenciones que los mayores demanden o requieran les han de ser dispensadas dentro de la ciudad de todos. Los ghettos desintegran la sociedad. Esa ciudad sería un ghetto.

---------------

Los nuevos contenedores de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, depósitos para la recogida selectiva de residuos, han llegado a mi barrio. Voluminosos y bien diferenciados, cada uno ocupa una plaza de zona azul. Han sido colocados más cerca del eje de la calzada que del bordillo de la acera, una forma de facilitar el trabajo de los camiones de recogida y de evitar que se aparque a su costado. El contenedor de papel y cartón tiene la ancha ranura de acceso cegada por una tupida red de cerdas. Su inicial rigidez (es posible que el uso las flexibilice) resulta incómoda para la introducción de cartones y papeles, pero tiene un inconveniente mayor en días de lluvia. Tras forzar las cerdas para meter los materiales al contenedor, cuando éstas recuperan su posición inicial provocan un salpicón de agua que salta, cuan hisopo eclesial, a cabeza y ropa del usuario del servicio. Y no es un salpicón de marisco, precisamente.

---------------

Hace días que pensaba decirlo, pero hasta hoy no he tenido tiempo.

El último Comité Regional del Partido Socialista de Navarra-PSOE tuvo alguna semejanza con la procesión pamplonesa de Viernes Santo: el secretario general, Chivite, se sintió como “El Cristo alzado”,- aupado, a su juicio, por una creciente confianza interna-, y un tercio de los asistentes, penitentes, según ellos, de la gestión de la actual dirección, se comportaron como si estuvieran en la Procesión del Silencio: ni abrieron el pico.

La comunicación oficial de la reunión ejerció la propaganda más que la información y resaltó que la resolución política presentada por la Ejecutiva tuvo 100 votos a favor y 2 abstenciones. Al parecer, quien no vota no existe.

El caso es que algo menos de un tercio de los miembros del comité, los críticos con la actual dirección del partido, optaron por no pedir la palabra y por no votar. Les pareció una forma discreta de expresar su malestar. Prudente, también, porque consideran que la manera de buscar la unidad desarrollada por Carlos Chivite consiste en hacer desaparecer al discrepante en lugar de integrarlo.
Sin alboroto, sin crispación, pero discrepantes. Voto de silencio, que no de obediencia.

Autor:
Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra).