sábado, noviembre 12, 2005

Manifestación

Observen la fotografía. Pertenece a la manifestación de esta tarde anti-PSOE, perdón, contra la LOE, organizada por el PP, perdón, por un puñado de organizaciones de muy diverso pelaje (derecha a secas, extrema derecha, conservadores de derecha, progresistas de derecha, reformadores de derecha...). Y observen la fotografía con atención porque contiene, a falta de toros, los valores más arraigados del español de pelo en pecho. Vamos, el de toda la vida. El verdadero español, el que puede sujetar y ondear la bandera de nuestra nación con orgullo. El que nunca tirará la piedra, libre de pecado como está. Ese hombre, en el medio de las dos pancartas, luciendo la bufanda de la selección española de fútbol. El mismo que acudirá en unas horas al Calderón para gritar un bendito "hijos de puta" a los árbitros y sentirse un ser superior, de una raza incomparable: la raza del español de verdad.

¿Cómo es el español de verdad? El español de verdad es religioso. Pero religioso de religión católica. No existe otra. Las otras son de mentira y sus seguidores, fanáticos que ponen bombas. Putos moros y árabes que no son verdaderos hijos de Dios. Porque para serlo hay que gritar "hijos de puta" a los árbitros esta noche. El español de verdad cree en serio riesgo la españolidad porque zETApé gobierna gracias a los terroristas y republicanos. Menos mal que Leonor, ese Mesías recién iluminado, ha llegado para tranquilidad de todos los españoles de verdad. Pero por eso es importante la Religión, porque asegura la Estabilidad del país. Por eso necesitamos llenar de curas los colegios (los pederastas sólo si han purgado sus pecados) para enseñar a nuestros hijos los verdaderos valores que guiarán el futuro de la verdadera España puesta ahora en peligro por zETApé. Y desde luego el español de verdad tiene que defender la España de verdad del riesgo de una España de mentira, laica. De esa dictadura de zETApé que pretende acabar con la verdadera enseñanza, la de infiernos y cielos, vírgenes y ángeles. La de castidades, matrimonios heterosexuales frente a maricones cuyo semen muere en la caca.

Pero lo más importante es que esa fe sea evaluada. Porque si hemos de rendir cuentas a nuestro señor Jesucristo nada mejor que hacerlo ante sus representantes, ¿elegidos a dedo?, en la tierra: los curas y profesores de religión, esos que paga el Estado y elige la Iglesia.