miércoles, octubre 05, 2005

Eclipse Solar

Abrió la puerta de la casa. Abatido, se abría ante él el vacío de un hogar por crear. Una casa vacía llena de paredes por pintar, de espacios por llenar. Era la resaca del día después de su prematuro adiós. Una llamada para cortar todos los lazos creados durante largo tiempo. Largo al menos para él. El tiempo tiene muchas variables de medición en el corazón de las personas. Ante él la más cruel de las metáforas. Metros y metros a los que dar vida cuando ni siquiera estaba seguro de tenerla. Soltó las llaves. Un sonido seco e inocente multiplicado por el eco del vacío retumbó por toda la casa y por su interior. Era la banda sonora del inexistente látigo con el que había sido castigado.

Parecía que ella hubiera adivinado ese momento cuando un mensaje sonó en el teléfono. “¿Qué tal estás? Siento habértelo dicho de esta manera”. Él permaneció unos cuantos minutos paralizado, el rostro alicaído, mirando el teléfono que se había paralizado igualmente en ese mensaje. Y el tiempo, sin embargo, continuaba y se hacía presente en unas paredes por pintar, sucias por el pasar de una vida que debía iniciarse de nuevo. Para la casa y para él. Aunque él prefería entonces permanecer tras la nueva pintura que ocultaría un pasado ya irremediable. Se sentía lejos de una nueva historia por contar, soñaba con dormir en el pasado y nunca despertar.

Hola, ¿cómo estás?

¿Por qué desapareciste?

Cuánto tiempo.

Quiero volver a verte.

Yo no quiero.

Sus manos empezaron a sentir un cuerpo que nunca antes había tocado por debajo de su ropa. La suave piel de ella cerca de la suya. La primera vez que sus labios se rozaban. Rojos, intensos, cálidos, deseados... Se puso detrás de ella y fue soltandole los botones de la camisa.

Quiero volver a verte.

Yo no quiero.

Sintió sus pechos. Los acarició. Jugó con unos pezones que crecían al ritmo de sus dedos.

Quiero volver a verte.

Yo no quiero.

Despertó.

¿Dónde estás?

No hubo respuesta. Giró su cabeza a izquierda y derecha. A su frente. Miró al techo. Miró bajo su cama. Nada.

Se levantó y abrió la puerta de la habitación. Aquellas paredes un día sucias lucían ahora limpias. Habían cubierto el pasado irremediable y contemplaban un futuro incierto. Un futuro que amanecía en un lunes que anochecía por momentos. Un eclipse de sol fue testigo durante unos minutos de su vacío en una casa donde al caer las llaves ya no sonaba el eco

Autor: Carlos Pérez Cruz (Relato leído en el programa "Club de Jazz" del 5 de Octubre de 2005 con música de Jan Garbarek, Thomas Newman y Alberto Iglesias).

2 Comments:

At jueves, octubre 06, 2005 1:07:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Crack, eres un romántico.

Sé en quién estabas pensando, pero teniendo en cuenta que esto es Esukal Herría, el país más frígido del mundo -con honrosas excepciones-, capaz de bajarte la líbido en un sólo instante, ¿no crees que debieras pensar en acudir a los servicios de la visa o la mastercard? ¿verdad que sí vago?

¡¡¡¡¡¡BANG !!!!!!!!!!!!!

Donald Siegel.

 
At jueves, octubre 06, 2005 7:13:00 p. m., Blogger Apatico 2005 said...

¿Cómo que sabes en quién estaba pensando? No sólo no necesitaba pensar si no que se trata de una experiencia real llevada a las letras.

En todo caso sé que fuiste corriendo al baño tras leer lo del jueguecito con los pezones... pillín, pillín.

Hala... agur.

 

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