martes, septiembre 27, 2005

Comentario: Club de las 7 (27/09/2005)

Al final es una cuestión de mentalidad.

La trama del caso Egüés es una tela de araña compleja como todas las tramas pensadas para la obtención de beneficio económico mediante engaño.

La clave del asunto está, sin embargo, en la personalidad de Ignacio Galipienzo, alcalde de UPN con mayoría absoluta en la Corporación cuando se desarrollaron los hechos ahora juzgados en Aoiz e investigados políticamente en el Parlamento.

El alcalde comprometió una dedicación parcial al Ayuntamiento del Valle y se reservó un tiempo para sus asuntos privados. Hasta ahí, nada que objetar. Pero el alcalde considera que esa disección entre cosa pública y asuntos privados le exime de incompatibilidades, hasta el punto de hacer negocio con parcela del propio municipio que presidía mediante el cobro de comisión por una operación de venta de terreno. Aduce que la parcela en cuestión era privada, pero él era la autoridad competente para la concesión final de la licencia. No se puede ser alcalde y consultor inmobiliario al mismo tiempo y en el mismo lugar. Los jueces determinarán la legalidad o no de su actuación, pero al menos han quedado confesas la ética y la estética de Galipienzo.

Se le veía tranquilo en sede parlamentaria. Los granujas suelen tener compostura. Su esposa, imputada como él, se negó a declarar y se le permitió una declaración leída a modo de hagiografía o vida de santo de su cónyuge. Según ella, 16 horas diarias de trabajo de ambos están en el origen de su patrimonio, que a ella le parece pequeño: 4 pisos, cuatro parcelas, cinco vehículos, un local comercial…. Habrá que respetar su estimación porque la ambición es una medida subjetiva. Quizá esa jornada laboral sea tan rentable en el negocio de la especulación inmobiliaria, no en otros sectores por mucho que una pareja se deje la piel en el curro.

Ignacio Galipienzo era pájaro de mal agüero, pero en UPN están poco interesados en la ornitología.

--------------------------------------

Los organizadores de las fiestas de San Fermín de Aldapa, tenido como San Fermín Chiquito,- fiestas en esencia del barrio de la Navarrería-, pasaron este año del Ayuntamiento y desistieron de pedir la subvención anual, hartos de contenciosos que les terminaban saliendo caros. La autonomía permite mayor libertad de actuación.

El Ayuntamiento mantuvo la asistencia de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos y de La Pamplonesa, pero se abstuvo de impedir el aparcamiento en la explanada de la iglesia de los Corazonistas. Consecuencia: entre la zona delimitada por vallado de obra y los vehículos aparcados, apenas había sitio para la concentración de público y actuantes. Ni medidas provisionales de tráfico, ni guardias, ni grúa.

En definitiva, un uso arbitrario de los servicios de la comunidad.


Autor: Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra).