jueves, septiembre 15, 2005

Comentario: Club de las 7 (15/09/2005)

Estos días, y en diferentes foros, voces cualificadas hablan de urbanismo. Dos datos confluyen en Pamplona y Comarca: construcción excesiva y dispersa. El urbanismo no está haciendo comarca. El lamento es viejo, el debate reaparece esporádicamente, pero ningún municipio quiere renunciar a su tajada económica. Mientras se piensa, no se para de actuar. Mientras se debate, se construye. El paisaje se llena de grúas en lugar de echar los cimientos de un crecimiento sostenible. De modo que poco remedio quedará cuando se alcance algún acuerdo póstumo. La futura disfunción a un crecimiento ordenado y coherente de la Comarca se llama Guendulain como años atrás se llamó Mendillorri: asentamientos urbanos importantes con la trama urbana de Pamplona aún sin cerrar.

Desde una visión demográfica, se construye en exceso. Desde un análisis territorial, se planifica con desorden. Desde una mirada arquitectónica, se observa un muestrario variopinto de estilos, de ordinario con materiales de baja calidad. Desde un punto de vista conceptual, se construye en función del negocio y de la inversión, no en aras de la necesidad. El derecho constitucional a una vivienda digna sigue sin plasmarse en la realidad. La vivienda nueva en alquiler es todavía insignificante.

Cuando el suelo edificable se agote,- caso de Barañáin-, con la consiguiente sequía en la principal fuente de financiación municipal, todos los enclaves de la comarca irán elevando su plegaria de queja. Será tarde. La política urbanística, lejos de resolver problemas, habrá creado más.

Viviendas, comercios, talleres e industrias, centros de ocio están siendo sacados al exterior de las ciudades. Los equipamientos multiplican su costo: luz, agua, viales, transporte... El crecimiento residencial de municipios comunicados con las nuevas autovías es un fenómeno nuevo y paralelo.

Hemos pasado, sin apenas reflexión, en aras de la oportunidad de negocio, del pueblo al área metropolitana.

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Algunos colegios públicos han echado mano de módulos prefabricados para acoger a parte de su alumnado. Les dicen provisionales, aunque la provisionalidad suele equipararse con humor a los alféreces militares: provisionales para siempre.

La necesidad de módulos prefabricados revela imprevisión en los cálculos demográficos y carencia de recursos económicos suficientes para afrontar a tiempo una obra nueva.

El malestar de padres y madres por ver a sus hijos en aulas prefabricadas no puede ser contestado por el consejero del departamento con la gansada de que se llevará los módulos a casa cuando se vaya a ella en 2007. Salvo que a imagen de Galipienzo, que cambiaba parcela escolar por apartotel, quiera montar un apartotel prefabricado en alguna finca ribera de su propiedad.

Autor: Carlos Pérez Conde ("Comentario" del "Club de las 7" de la Cadena SER en Navarra)