domingo, octubre 30, 2005

Morros ("Meteoritos" 30/10/2005)

Hay que tener morro. Aralar, que tiene la patente de inventor de Nafarroa Bai, pretende, a semejanza de la España de los vencedores, que la coalición sea “una, grande y libre”. Una para pedir el voto, grande para sumar el mayor número posible de miembros coaligados, y libre para desmembrarse después en diferentes grupos parlamentarios, cada cual con sus escaños, su portavoz, su liberado a sueldo, sus tiempos en la tribuna de oradores, sus asignaciones económicas y sus dietas. Todo eso o lo que proceda según el Reglamento de la Cámara. Eso no es una coalición, es un grupo mixto. Algo así hizo la última vez la coalición EA-PNV, a la que, en Navarra, le costó mucho más hacerse que deshacerse. El propósito tiene tintes de fraude al electorado, aunque pretenda preservar la identidad y la entidad o implantación parlamentaria aproximada de cada uno de sus partidos o formaciones integrantes. NaBai puede ser pan apetecible en la hornada de 2007 y migas molestas cuatro años más allá. Las vidas de los partidos aspiran a tener más futuro. Para ser, hay que estar. NaBai vale como reclamo unitario, como banderín de enganche contra el binomio UPN-cdn, pero cada sigla quiere permanecer en la memoria ciudadana. Lo que está por venir no es su único porvenir. Ahora bien: o somos o no somos. Con todas las consecuencias. Cualquier coalición electoral debería apechugar con las consecuencias de su formación. Matrimonio indisoluble mientras dure el período legislativo. O si no se afronta ese compromiso con la seriedad y el respeto a los votantes, candidaturas independientes con el acuerdo previo y público de sumar sus votos para determinar el color del Gobierno, como IU-EB ha propuesto a PSN y Aralar en aras de una alternativa de izquierdas. NaBai: diversidad llamativa en unidad de conveniencia. Sólo para que los electores piquen. Así, no.

Hay que tener morro. Carlos Chivite, secretario general del PSN, se sintió “El cristo alzado”,- aupado, en su opinión, por un creciente respaldo interno -, a la salida del último comité regional. Un tercio aproximado de los asistentes, penitentes de la gestión de la actual dirección, se comportaron como si estuvieran en la procesión del Silencio: ni abrieron el pico. La comunicación oficial de la reunión ejerció la propaganda más que la información y resaltó por encargo que la resolución política presentada por la Ejecutiva tuvo cien votos a favor y dos abstenciones. Casi una aclamación. Quien no vota, no existe. El silencio y la renuncia al voto constituyeron una forma discreta de expresar malestar. Prudente, además, porque imputan al aparato una manera de buscar la unidad consistente en hacer desaparecer al discrepante. Sin ruido, pero discrepantes. Voto de silencio, que no de obediencia.

Autor:
Carlos Pérez Conde (Publicado en "Diario de Noticias" de Navarra el domingo 30 de Octubre de 2005).